Hay varias leyendas de la Segua. Una de ellas cuenta que es
una joven muy linda, que persigue a los hombres mujeriegos para castigarlos.
Se aparece de pronto en el camino pidiendo que el jinete la
lleve en su caballo, pues va para el pueblo más cercano. Y dicen que ningún
hombre se resiste a su ruego. Hay quienes le ofrecen la delantera de la montura
y otros la llevan a la polca.
Para ella es lo mismo. Pero a medio camino, si va adelante
vuelve la cabeza y si va atrás hace que el jinete la vuelva. Entonces aquella
hermosa mujer ya no es ella.
Su cara es como la calavera de un caballo, sus ojos echan
fuego y enseña unos dientes muy grandes, al mismo tiempo que se sujeta como un
fierro al jinete. Y el caballo, como si se diera cuenta de lo que lleva encima,
arranca a correr como loco, sin que nada lo pueda detener.
Otras leyendas cuentan que las Seguas son varias. Y no
faltan ancianos que aseguren que cuando ellos eran jóvenes atraparon a una
Segua. Pero que una vez atrapada y echa prisionera se les murió de vergüenza. Y
que al día siguiente no encontraron el cadáver, sino solamente un montón de
hojas de guarumo, mechas de cabuya y cáscaras de plátano