Don Hilario y su hijo solían cazar guanacos, vicuñas y
llamas; por lo general mataba más animales de los que necesitaba, aunque a los
sobrantes los vendía luego en el pueblo. Es sabido que la Pachamama, Madre
tierra, no permiten que cacen sus animales por deporte, y menos que maten a las
madres de las manadas. Don Hilario, sordo a los decires, fue cazar como todos
los días, pero aquella mañana la Pachamama les dio un aviso, haciendo retumbar
la tierra y produciendo derrumbes en los cerros; padre e hijo intentaron
cubrirse en una saliente pero la mula se empacó y forcejeando se fue acercando
al abismo hasta vencer las fuerzas de don Hilario y el animal cayó al abismo...
esta fue el primer pago que cobró la Pachamama.
Segundo después se terminaba el temblor y volvía el silencio
a las peñas... los viajeros, asustados, contemplaban al mular al fondo del
precipicio... asustados corrieron a hacerle una ofrenda a la Madre tierra, para
calmar su enojo. Enterraron cosas que llevaban, como ginebra, coca y un
cigarrillo, le hablaron en voz baja, con mucho respeto, pidiendo perdón, buenas
cosechas y muchos animales.
Don Hilario pidió permiso para seguir cazando. La gente del
pueblo también oró a la Pachamama y hasta le sacrificó una llama en su honor.
Don Hilario, convencido de tener permiso para seguir cazando, se internó en los
cerros, pero no lo siguieron ni su hijo ni la gente del pueblo. Luego de la
cacería, Hilario retornó a su rancho y no encontró a su chango, que había
salido a juntar las cabras... Preguntó a los vecinos, que nada sabían... Lo
buscaron hasta pasada la oración, interrumpiendo la búsqueda al caer la noche.
Rastrearon las huellas del muchacho por uno y otro lado, pero fue inútil. Sólo al caer la
tarde hallaron las cabras, lejos del caserío. Pasaron varios días y semanas y
hasta el mismo Hilario dejó de buscar a su hijo.
Una madrugada, unos arrieros que bajaban al pueblo, vieron
de lejos al hijo de don Hilario... cabalgaba sobre un guanaco guiando a la
manada... parecía un fantasma... iba vestido con pieles, y desapareció en la
neblina del monte junto con los animales.
La Madre tierra volvió a cobrarse una deuda... llevándose al
único hijo que don Hilario tenía, a cambio de los animales que él había matado
innecesariamente.
Los arrieros contaron lo visto a don Hilario, quien comenzó
a realizar ofrendas a la Pachamama, quien no le otorgó buenas cosechas, pero
tanto y tanto debió orarle y tan puro habrá sido su arrepentimiento, que al
cabo de unos años don Hilario se vio bendecido con otro hijo... a quien enseñó
el respeto por los animales y la tierra.