Mitología hitita
El dios del Sol preparó una gran fiesta a la que invitó a
todos los dioses. No faltaba de nada en esta ceremonia, comida, bebida, música,
danza… pero los invitados comían y bebían, pero no satisfacían ni su hambre ni
su sed. Apareció entonces un anciano, quien explicó el extraño suceso y les
comunicó que todo se debía a la furia de su hijo, el dios de la Tormenta, quien
había desaparecido llevándose consigo todo lo bueno.
Todos los dioses decidieron buscarle para invitarle y así
recuperar los placeres, pero no le encontraron. Desesperado, el padre del dios
de la Tormenta recurrió a la gran diosa Kamrushepa. Esta le comunicó que su
hijo se había enojado y por eso estaba todo seco. Le ordenó traer una abeja a
la que dio instrucciones para que retomara la búsqueda.
La abeja encontró al dios buscado dormido en un bosque y lo
despertó con la picadura de su aguijón. El dios enloqueció de ira y éste se
vengó con una fuerte lluvia torrencial, acompañada de rayos y centellas contra
los humanos. El resto de dioses, estupefactos, imploraron a la diosa
Kamrushepa, que era la única capaz de apaciguar al dios.