Cuenta la leyenda, que hace mucho los Nativos de la provincia ecuatoriana de Azuay, en las áreas de Sigsig y Quingeo, no se despiden de sus muertos sin antes, averiguar las razones de sus decesos. Ellos, hacen preguntas al mismo cadáver el cual, este les contestaba en un extraño "juego de la muerte".
El juego, se iniciaba en el velorio usando unos dados tallados en huesos de llama y de lados irregulares. Se trataba de ganar puntos pero si eran números muy bajos, intervenía el brujo para amortiguar al espíritu de la muerte sabiend, que ella le causaba pena, angustia, y terror en la gente.
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