Las niñas tuvieron que cruzar solas porque a la madre la
llamaron del trabajo para que fuera urgentemente. Les dijo a las niñas que
cruzaran solas, pero que tuvieran cuidado, mirando a los dos lados. Las niñas
obedecieron.
Nada más girarse la madre para marcharse oyó un golpe muy fuerte
detrás de ella. Eran sus hijas, habían sido atropelladas por un camión. Desgraciadamente,
las dos habían muerto. Cuatro años más tarde la madre, aún joven, ya que tenía
34 años, todavía vivía en la misma casa cerca de la carretera y no olvidaba
ningún día a sus dos gemelas.
Afortunadamente, había vuelto a tener hijos, y
casualmente eran dos gemelas. Además, eran muy parecidas a las que murieron
atropelladas. Esto hacía que la madre olvidara en parte ese trágico suceso.
Pero la fatalidad estuvo a punto de volver a la familia, a pesar de prohibirles
expresamente acercarse a la carretera. Un día las dos niñas estaban jugando y
decidieron cruzar la carretera.
No venía nadie en ningún sentido, no había
peligro. En el último momento apareció su madre que chillando muy alterada, les
dijo que no cruzaran, a lo que las niñas respondieron al unísono: - Si no
pensábamos cruzar,... ya nos atropellaron una vez y no volverá a ocurrir…
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