Es el espíritu de los muertos, que regresan del otro mundo a cumplir alguna penitencia o el alma de los que van a morir y están recogiendo sus pasos antes de abandonar la tierra. Estas almas en pena, son entes etéreos que se anuncian a los vivos con un silbido lúgubre muy característico, con la resonancia de sus pisadas o con ruidos de las cosas o muebles que tocan causando temor y espanto a los que escuchan.
Algunas veces los tunchis se materializan bajo la forma de espectros o fantasmas de blancas vestiduras, que se desplazan a baja altura sin tocar el suelo.
Vaga por las noches oscuras de la selva, como alma en pena, unos dicen que es un ave, otros que es un espíritu del mal “diablo” que goza aterrorizando a la gente. Pero nadie lo ha visto, y todos lo reconocen con temor cuando en plena oscuridad lanza al aire un silbido penetrante “fin....fin...fin...” que por instantes se pierde en el monte a lo lejos, pero vuelve a silbar ya sobre el techo de una casa o a la orilla del río. Todo es tan rápido que la gente solo atina a persignarse o rezar, porque existe la creencia de que cuando silva con insistencia, por los alrededores de un pueblo, anuncia malos presagios y cuando lo hace sobre una casa enfermedad o muerte.
Burlarse del tunchi, insultarlo, puede costarle caro al atrevido, ya que lo hará enfurecer y entonces atacará con mayor insistencia, silbando... silbando... lo perseguirá tanto que hasta el más valiente terminará entrando en pánico, que puede llevarlo a la locura o muerte.
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